sábado, 10 de diciembre de 2011

Milton Santos. "Por una geografía nueva" Cap. 18

David Harvey dice (1967, pág. 550) que "del mismo modo que Marshall consideraba a la dimensión espacial como algo relativamente sin importancia para la construcción de un sistema económico, el "preconcepto anglo-sajón", según la denominación empleada por Isard (1956, pág. 24) llevó a los geógrafos a olvidar la dimensión temporal. Cari Sauer (1963, pág. 352) atribuyó este error a otro gran geógrafo americano, Hartskome. El hecho es que, si la consideración de la noción del tiempo en los estudios geográficos no es una cosa nueva, tanto la geografía histórica como la geografía retrospectiva, que es ante todo un terreno de preferencia de los historiadores, no pasaron más allá de la presentación de los problemas, sin proporcionar una solución aceptable. Por otro lado, como ya liemos enfatizado en otros escritos (por ejemplo, nuestro libro Economía Espacial: Críticas e Alternativas, 1978), la propia noción de la difusión de las innovaciones no obtiene un progreso acentuado, debido a la falta de un concepto del tiempo social. La concepción del espacio relativo, tan divulgada en los años cincuenta y sesenta, en oposición a la noción del espacio continente (container) supone, en primer lugar, abandonar la idea de un espacio tridimensional, heredera de la filosofía de Newton y pasar a trabajar con la idea de un espacio cuatridimensional, tarea posible desde que Einstein introdujo un nuevo pensamiento en la física y la filosofía.

lunes, 5 de diciembre de 2011

La Geografía radical. Aportes de la fenomenología y el existencialismo.

                     La geografía radical
Durante la década de 1960, al mismo tiempo que se imponía la visión neopositivista de la geografía, comienzan a surgir las primeras críticas hacia esta visión de la geografía y empezarán a esbozarse propuestas alternativas. El eje común de todas las críticas será la aceptación, muchas veces poco reflexiva, de la filosofía neopositivista. Se criticará su excesivo formalismo, su reduccionismo fisicalista y su obsesión por buscar leyes y construir teorías generalizadoras. Las críticas comenzarán a converger en torno a tres alternativas: la geografía del comportamiento, la geografía radical y la geografía humanista.
Desde dentro del propio paradigma de la geografía cuantitativa se descubre la dimensión psicológica de los agentes humanos y se pone de manifiesto la insuficiencia de los modelos teóricos elaborados para explicar la localización de actividades y usos del suelo. Se plantea el problema de las desviaciones entre los comportamientos esperados, de acuerdo con los modelos existentes de corte economicista (hombre económico racional) y los comportamientos reales que necesariamente responden a otras variables. Todo este movimiento teórico condujo a una preocupación por la percepción humana, los mapas mentales, las imágenes públicas, etc.